Hay experiencias que te marcan. Hay rupturas que te dejan roto. El mundo se desmorona y piensas que nunca jamás volverás a ser la misma. En ese momento en el que todo se ve oscuro, que se vuelve en blanco y negro, sin color, sin música, sin ritmo… crees que siempre será así, porque cuando algo te golpea tan fuerte pasa mucho tiempo haciéndote sentir como si no valieras nada.
Pasas por muchas fases. Primero el dolor indescriptible. Parece que no vas a superarlo. Con el tiempo, mucho mucho tiempo empiezas a sentir rabia. Rabia por preguntarte que habrás hecho para merecer eso. Si serás realmente mala persona y te lo has buscado. A pensar que odias a la otra persona, maldecirla, pensar como devolverle el daño.
Tras otro mucho mucho muchísimo tiempo pasas a dejar de sentir. A ser alguien indiferente a todo. Impasible. Empiezas a fingir con la gente, a decir que estás bien cuando no lo estás. Porque dejas de hablar de tu dolor, porque te sientes patética, siempre dando vueltas a lo mismo, sintiendo que no entienden lo que sientes.
Y es que no es hasta al cabo de otro tantísimo tiempo que no te das cuenta de que habías dejado de sonreír. No te das cuenta hasta que lo vuelves a hacer. Un día de repente te das cuenta que ya no duele tanto. Escuchas otra vez música, cantas y bailas. Sonríes cuando estás sola, riendo a carcajadas. Ya empiezas a ver los colores y te das cuenta de que sí, que de todo se sale. Que sí, se veía todo mal pero pasa.
Siempre queda algo de ese dolor, porque al final esa etapa forma parte de ti por haber sido tan brutal. Te ha cambiado, te ha hecho mejor, más fuerte. Pero está ya está presente, solo en algún rinconcito de ti, guardado.
Así que toca seguir sanando. Seguir siendo otra vez tú. Cantar, saltar, bailar, disfrutar, vivir. Sonreír.
No more sad songs
Comentarios
Publicar un comentario