Ir al contenido principal

El calor en mi piel

Como bien hemos dicho mil veces todo tiene su momento. En nuestra vida pasamos por miles de etapas, unos más y otros menos. Nos conocemos a nosotros mismos durante el camino, explorando nuestras facetas, unas buenas y otras no tanto. Pero considerando que siempre es bueno cualquiera de ellas siempre y cuando se aprenda, se crezca, se madure.
Lo que si que siempre tengo presente es que hay que vivir el momento lo máximo posible. Hay que disfrutar el presente. Pude pasar una temporada dormida, hivernando, en modo pausa, como un sueño profundo viviendo un sueño (o pesadilla) y porfin desperté. Y empecé a redescubrirme y a vivir de nuevo. No sé cuanto durará esta faceta, pero quiero disfrutarla y saborearla porque me hace sentir viva, me hace vivir emociones que pensé que había perdido. Así que quisiera decir... bienvenida nueva etapa de mi vida. La llamaremos... Vivir...

Comentarios

  1. Como me alegra que haya vuelto la Ciara de siempre. Seguro que incluso mejorada porque ya lo dice el refrán, "lo que no te mata, te hace mas fuerte".
    A vivir toca. Yo seguiré vigilándote de cerca ;))
    Muchos besotes bollito!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias preciosa, tu sabes mejor que nadie que todo tiene sus momentos, solo hay que ser lo suficiente optimista para tirar hacia adelante y si es con una sonrisa mejor que mejor. Gracias por estar siempre ahi, besooossss

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Has de vivir

Vuelvo a escribir tras medio año desaparecida. Este artículo me ha parecido maravilloso y perfecto para esta foto. Así que aquí lo pego identificando esta imagen con estas maravillosas palabras. "Sucedió hace apenas treinta horas en una mesa frente a Gràcia, en la indescriptible sala de  Moments  —frente a nosotros, un padre con su hija ( ¿seis años? ), él le explicaba los platos, ella atendía con los ojos muy abiertos, inmensos ojos. Aislados del resto del universo, nada existía más allá de la isla que era su mesa. Nada más. Nada menos. No tengo hijas, pero sí un folio en blanco.  Aquí va una carta para ella, para ti —ojalá un día la leas: Viaja, viaja sin descanso. Viaja sola y acompañada, en familia y enamorada (no existe nada mejor) viaja con amigos y también —por qué no, con un amante, viaja en primera pero también en apestosos trenes regionales. Tienes que conocer La Mamounia y ver caer el atardecer en la terraza del Fortuny, con un Bellini en la man...

El Encuentro

Pasaron meses desde la última vez que se habían visto. Pasó la vida, las obligaciones, el cansancio. Y habían puesto distancia de por medio. Pero lo que sentían, lo que eran había quedado intacto. Se reencontraron y al verse todo afloró. Recuerdos, sentimientos, mientras se miraban a los ojos en silencio. Se notaba en el ambiente lo que había aún entre ellos y que seguramente sería para siempre. Sonríeron, rieron y empezaron a hablar. Como les había ido, como estaban. Se dijeron todo y entre historia e historia había silencios que decían todo. De vez en cuando se rozaban, notando una chispa. La mano, la pierna, el brazo. Se dijeron cuanto se habían echado de menos, incluso cuando ni siquiera se daban cuenta. Se dijeron tantas cosas que habían quedado pendientes en aquellos meses y al final no se contuvieron. Y a partir de ese momento se juraron que no se separarían más. Que estarían siempre en la vida del otro, de la manera que fuera, con sus pausas, pero sin desaparecer. Tenía qu...

MONSTRUOS INTERNOS

Hay muchos tipos de monstruos. Los de las historias de miedo. Los tipos malos. Y también están los monstruos internos. Los que empiezan siendo diminutos, microscópicos pero van creciendo poco a poco, en silencio. Hasta que llega un momento que el monstruo está pegado a nosotros como una sombra que te persigue y siempre está ahí al acecho. Cuando te hacen daño no es solo el dolor que sientes en ese momento, si no las cicatrices. Pasa el tiempo y crees que estás bien hasta que algo hace clic y hace que reaparezcan los monstruos, eso que te embruja y hace un hechizo para imbocar los demonios. A veces el peor enemigo de alguien puede ser uno mismo.