Ir al contenido principal

Lo reconozco...

Mi razón me dice que es mejor buscar otro camino, que este no es el correcto. Requiere demasiado esfuerzo.
En mi cabeza estoy siempre repitiéndome todos los contras que me impiden seguir con esto. Lo sé… sé que es lo que se supone que debería hacer. Debería resignarme, aceptar lo que hay y no empeñarme en algo que de un principio sabía que me traería de cabeza.
Y a pesar de todo, de negarme, de repetirme hoy no voy a pensarle, hoy no voy a buscarle. Lo hago. Doy vueltas por donde creo que puede estar esperando que esté y si no es así almenos ver su sombra.
Creo verle por todas partes. Leo su nombre en cualquier momento, haciendo que mi corazón de un vuelco. Hay veces que cuando soy consciente me doy cuenta que estoy pensando en él. Le imagino y mi imaginación inevitablemente vuela hasta que niego con la cabeza, como sacudiendo mis pensamientos. Y me obligo a pensar en cualquier otra cosa y ese es mi día a día.
Por otro lado me analizo. Desde que apareció cambiaron muchas cosas. No soy la misma. Quizás no tanto exteriormente (aunque también) si no más bien algo apenas visible para los demás pero si para mi. Él hace que quiera mejorar como persona. Hace que quiera esforzarme por ser mejor.
En parte sé que lo hago por mi. Cambiar todas aquellas cosas que no me gustan. Mi negatividad, mi pereza, mi autocrítica. Sonreír más, tomarme las cosas menos a pecho y más a risa. Ver lo positivo de lo malo y ser más paciente. No dar importancia a las cosas que no lo son tanto y a las que sí pensar que todo tiene solución.
Y no lo hago porque crea que así se va a fijar en mi, o que así me verá de otra manera y me eligirá a mi por encima de todos. Sé que eso no va a pasar, lo tengo asumido. Sencillamente como dije, lo hago por mi misma.
Entonces… sacando todo esto que consigue sacar de mi… por que es malo? Porque lo es si saca tantas sensaciones en mi. Si me hace sonreír en cuanto me dice algo que me gusta. Si estoy varios días con la sonrisa tonta…
Y sé que en realidad soy yo quién no quiere “deshacerse” de su recuerdo. No quiero deshacerme de tantas cosas que me llenan tanto.

Aún así no soy estúpida. Soy consciente de lo que me lleva a desear que me importe menos y a tener estas ganas locas de verle. Quizás sea la dificultad en si la que me tiene como me tiene. Eso y que parece sacado de mi cabeza. Me cuesta no anhelarle cuando alimenta mis sueños.

Listen: 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Has de vivir

Vuelvo a escribir tras medio año desaparecida. Este artículo me ha parecido maravilloso y perfecto para esta foto. Así que aquí lo pego identificando esta imagen con estas maravillosas palabras. "Sucedió hace apenas treinta horas en una mesa frente a Gràcia, en la indescriptible sala de  Moments  —frente a nosotros, un padre con su hija ( ¿seis años? ), él le explicaba los platos, ella atendía con los ojos muy abiertos, inmensos ojos. Aislados del resto del universo, nada existía más allá de la isla que era su mesa. Nada más. Nada menos. No tengo hijas, pero sí un folio en blanco.  Aquí va una carta para ella, para ti —ojalá un día la leas: Viaja, viaja sin descanso. Viaja sola y acompañada, en familia y enamorada (no existe nada mejor) viaja con amigos y también —por qué no, con un amante, viaja en primera pero también en apestosos trenes regionales. Tienes que conocer La Mamounia y ver caer el atardecer en la terraza del Fortuny, con un Bellini en la man...

El Encuentro

Pasaron meses desde la última vez que se habían visto. Pasó la vida, las obligaciones, el cansancio. Y habían puesto distancia de por medio. Pero lo que sentían, lo que eran había quedado intacto. Se reencontraron y al verse todo afloró. Recuerdos, sentimientos, mientras se miraban a los ojos en silencio. Se notaba en el ambiente lo que había aún entre ellos y que seguramente sería para siempre. Sonríeron, rieron y empezaron a hablar. Como les había ido, como estaban. Se dijeron todo y entre historia e historia había silencios que decían todo. De vez en cuando se rozaban, notando una chispa. La mano, la pierna, el brazo. Se dijeron cuanto se habían echado de menos, incluso cuando ni siquiera se daban cuenta. Se dijeron tantas cosas que habían quedado pendientes en aquellos meses y al final no se contuvieron. Y a partir de ese momento se juraron que no se separarían más. Que estarían siempre en la vida del otro, de la manera que fuera, con sus pausas, pero sin desaparecer. Tenía qu...

MONSTRUOS INTERNOS

Hay muchos tipos de monstruos. Los de las historias de miedo. Los tipos malos. Y también están los monstruos internos. Los que empiezan siendo diminutos, microscópicos pero van creciendo poco a poco, en silencio. Hasta que llega un momento que el monstruo está pegado a nosotros como una sombra que te persigue y siempre está ahí al acecho. Cuando te hacen daño no es solo el dolor que sientes en ese momento, si no las cicatrices. Pasa el tiempo y crees que estás bien hasta que algo hace clic y hace que reaparezcan los monstruos, eso que te embruja y hace un hechizo para imbocar los demonios. A veces el peor enemigo de alguien puede ser uno mismo.