Ir al contenido principal

AQUELLOS A LOS QUE HE HECHO DAÑO

 (When the party it's over)

Hay experiencias que marcan, y las hay tan intensas que te vuelven insensible. Me pasó que con las malas experiencias fui perdiendo la confianza en los demás, cerrándome cada vez en mí misma, haciéndome más introvertida. 

No estoy buscando excusas para el tema que voy a tratar hoy, solo que cada persona es distinta y cada uno reaccionamos diferente a ciertas situaciones. A mí me afectó así. 

He hablado mucho del dolor que he sentido en algunas relaciones, hoy toca hablar del dolor que yo he hecho a otros. 

Evidentemente no soy una santa. Ha habido gente que a lo largo de mi vida me han sorprendido. Gente buena, gente especial y que veían algo en mí que yo no era capaz de ver. Me sorprendía siempre de que alguien pudiera interesarse en mí de manera desinteresada. Siempre buscando motivos ocultos, negándome la posibilidad de que realmente pudieran fijarse en mí. 

Para esa gente va este escrito de hoy. Para pedirles perdón, decirles que lo siento. 

Siento no haber sido capaz de corresponder lo que ellos me ofrecían. 

Estaba tan vacía que no era capaz de sentir, ni de corresponder a nadie. A veces estás tan fijado en algo que eres incapaz de dedicar atención a nada más. Y supongo que eso era lo que me pasaba a mí. 

Claro que veía lo bueno de esas personas. Pero no tenía nada por dar. Podría haber sido egoísta y pensar en mí y en mi interés por recibir cariño o lo que fuera que me ofrecían esas personas. Dejarme amar. Pero, ¿qué clase de persona hubiera sido, si me hubiera dejado llevar por la corriente, sin ofrecer nada a cambio? 

Intento siempre pensar y ponerme en el lugar de la otra persona. Pero también hacer lo que me gustaría que hicieran. No quería hacer el daño que me habían hecho a mí. No quería ilusionar a nadie si yo no podía estar segura de poder corresponderles. Porque sentía (y me siento), incapaz de querer. 

Hay algo más, por supuesto. Sé que los miedos que yo tengo los tiene todo el mundo. Pero como digo, tenemos que ser respetuosos con la manera de afrontar las cosas de cada uno. Y yo lo hago así. 

Que tengo miedo, pánico, a volver a sufrir. Que soy una cobarde seguramente, pero prefiero la seguridad, tener el control de mí misma porque no puedo permitirme el volver a hundirme, a perderme, a no ser yo. A dejar de quererme. 

Siento haber defraudado, que esperaran algo de mí que no cumplí. Aunque mis actos parecieran egoístas para mí eran todo lo contrario. Mejor dañar al principio que un mayor daño más tarde. 

Me siento afortunada de que esa gente me diera una oportunidad. Que me hicieran ver que alguien podía verme de otra manera, que quisieran quererme a pesar de mis grandes defectos. 

Gracias por haber formado parte de mí. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Has de vivir

Vuelvo a escribir tras medio año desaparecida. Este artículo me ha parecido maravilloso y perfecto para esta foto. Así que aquí lo pego identificando esta imagen con estas maravillosas palabras. "Sucedió hace apenas treinta horas en una mesa frente a Gràcia, en la indescriptible sala de  Moments  —frente a nosotros, un padre con su hija ( ¿seis años? ), él le explicaba los platos, ella atendía con los ojos muy abiertos, inmensos ojos. Aislados del resto del universo, nada existía más allá de la isla que era su mesa. Nada más. Nada menos. No tengo hijas, pero sí un folio en blanco.  Aquí va una carta para ella, para ti —ojalá un día la leas: Viaja, viaja sin descanso. Viaja sola y acompañada, en familia y enamorada (no existe nada mejor) viaja con amigos y también —por qué no, con un amante, viaja en primera pero también en apestosos trenes regionales. Tienes que conocer La Mamounia y ver caer el atardecer en la terraza del Fortuny, con un Bellini en la man...

El Encuentro

Pasaron meses desde la última vez que se habían visto. Pasó la vida, las obligaciones, el cansancio. Y habían puesto distancia de por medio. Pero lo que sentían, lo que eran había quedado intacto. Se reencontraron y al verse todo afloró. Recuerdos, sentimientos, mientras se miraban a los ojos en silencio. Se notaba en el ambiente lo que había aún entre ellos y que seguramente sería para siempre. Sonríeron, rieron y empezaron a hablar. Como les había ido, como estaban. Se dijeron todo y entre historia e historia había silencios que decían todo. De vez en cuando se rozaban, notando una chispa. La mano, la pierna, el brazo. Se dijeron cuanto se habían echado de menos, incluso cuando ni siquiera se daban cuenta. Se dijeron tantas cosas que habían quedado pendientes en aquellos meses y al final no se contuvieron. Y a partir de ese momento se juraron que no se separarían más. Que estarían siempre en la vida del otro, de la manera que fuera, con sus pausas, pero sin desaparecer. Tenía qu...

MONSTRUOS INTERNOS

Hay muchos tipos de monstruos. Los de las historias de miedo. Los tipos malos. Y también están los monstruos internos. Los que empiezan siendo diminutos, microscópicos pero van creciendo poco a poco, en silencio. Hasta que llega un momento que el monstruo está pegado a nosotros como una sombra que te persigue y siempre está ahí al acecho. Cuando te hacen daño no es solo el dolor que sientes en ese momento, si no las cicatrices. Pasa el tiempo y crees que estás bien hasta que algo hace clic y hace que reaparezcan los monstruos, eso que te embruja y hace un hechizo para imbocar los demonios. A veces el peor enemigo de alguien puede ser uno mismo.