Ir al contenido principal

No sé vivir a escondidas

Es increible como una canción te puede llevar en un segundo a tu pasado...
"Cuando te conocí no pude rechazarte. El miedo a salir mal lo eché para otra parte. Por ti volví a sentir, todo nos sonreía. Si diera marcha atrás caería una vez más. Porque sólo me dejaste descubrir una mitad. Y esa otra tan idiota te hace callar.
No puede ser que van pasando los días y más pesa tu querer. Ese querer de puntillas que no pienso retener. No sé vivir a escondidas. Nos dimos lo mejor los seis primeros meses, nada me costó decírselo a la gente. Luego empecé a notar, no me correspondía. "Es una amiga más", contaba a los demás. Y es que sólo me dejaste descubrir una mitad. Y esa otra tan idiota te hace callar. No puede ser, que van pasando los días y más pesa tu querer. Ese querer de puntillas que no pienso retener. No sé vivir a escondidas. No puede ser, yo lo grité a cuatro vientos, no supiste responder, callaste tus sentimientos. Tanto tiempo te esperé que ya no sé lo que siento. Has logrado hacerme tan pequeña, tan fuera de ti. Sobran las palabras si no se demuestra. No puede ser, que van pasando los días y más pesa tu querer. Ese querer de puntillas que no pienso retener. No sé vivir a escondidas. No puede ser, yo lo grité a cuatro vientos, no supiste responder, callaste tus sentimientos. Tanto tiempo te esperé que ya no sé lo que siento.

Comentarios

  1. Eso es lo que suele pasar si el que te dice que "te ama" te está mintiendo vilmente, solo es un coleccionista de "avis" y otros ademases no publicables.
    Besetes Ciara, gente como esa... no vale la pena.

    ResponderEliminar
  2. Aisss que razón tienes... por suerte es eso pasado, hay recaidas pero cada vez son menos, tiempo al tiempo. Un besote grande y gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Has de vivir

Vuelvo a escribir tras medio año desaparecida. Este artículo me ha parecido maravilloso y perfecto para esta foto. Así que aquí lo pego identificando esta imagen con estas maravillosas palabras. "Sucedió hace apenas treinta horas en una mesa frente a Gràcia, en la indescriptible sala de  Moments  —frente a nosotros, un padre con su hija ( ¿seis años? ), él le explicaba los platos, ella atendía con los ojos muy abiertos, inmensos ojos. Aislados del resto del universo, nada existía más allá de la isla que era su mesa. Nada más. Nada menos. No tengo hijas, pero sí un folio en blanco.  Aquí va una carta para ella, para ti —ojalá un día la leas: Viaja, viaja sin descanso. Viaja sola y acompañada, en familia y enamorada (no existe nada mejor) viaja con amigos y también —por qué no, con un amante, viaja en primera pero también en apestosos trenes regionales. Tienes que conocer La Mamounia y ver caer el atardecer en la terraza del Fortuny, con un Bellini en la man...

El Encuentro

Pasaron meses desde la última vez que se habían visto. Pasó la vida, las obligaciones, el cansancio. Y habían puesto distancia de por medio. Pero lo que sentían, lo que eran había quedado intacto. Se reencontraron y al verse todo afloró. Recuerdos, sentimientos, mientras se miraban a los ojos en silencio. Se notaba en el ambiente lo que había aún entre ellos y que seguramente sería para siempre. Sonríeron, rieron y empezaron a hablar. Como les había ido, como estaban. Se dijeron todo y entre historia e historia había silencios que decían todo. De vez en cuando se rozaban, notando una chispa. La mano, la pierna, el brazo. Se dijeron cuanto se habían echado de menos, incluso cuando ni siquiera se daban cuenta. Se dijeron tantas cosas que habían quedado pendientes en aquellos meses y al final no se contuvieron. Y a partir de ese momento se juraron que no se separarían más. Que estarían siempre en la vida del otro, de la manera que fuera, con sus pausas, pero sin desaparecer. Tenía qu...

MONSTRUOS INTERNOS

Hay muchos tipos de monstruos. Los de las historias de miedo. Los tipos malos. Y también están los monstruos internos. Los que empiezan siendo diminutos, microscópicos pero van creciendo poco a poco, en silencio. Hasta que llega un momento que el monstruo está pegado a nosotros como una sombra que te persigue y siempre está ahí al acecho. Cuando te hacen daño no es solo el dolor que sientes en ese momento, si no las cicatrices. Pasa el tiempo y crees que estás bien hasta que algo hace clic y hace que reaparezcan los monstruos, eso que te embruja y hace un hechizo para imbocar los demonios. A veces el peor enemigo de alguien puede ser uno mismo.