Ir al contenido principal

Soledad

Intento pensar que hay veces que según la situación es mejor dejar enfriar el momento, reflexionar y respirar profundo. Hacerlo una, dos, tres, las veces que haga falta ... pero cuando hay cosas que se repiten una y otra y otra vez al final sale ese mal humor que se ha ido impregnando de tanto callar y resignarse...
Ya hace tiempo me voy desilusionando, decepcionando de todo. Sintiendo que voy quedándome atrás, que no soy lo primero y a cada vez que pasa más me duele y más siento la indiferencia hasta que llegará el punto de no retorno.
Me da miedo ser demasiado exigente en algunas cosas. Quizás será que como yo me doy tanto también espero lo mismo y sé que eso es un error que voy repitiendo de hace demasiado... porque se da sin esperar recibir nada a cambio... pero tan difícil es tener de vez en cuando algo de atención?
Por suerte siempre habrá alguien que de vez en cuando nos de una alegría.
Aún no me he quitado la espina... aún me duele y me va a doler. Tengo a la arpía dentro de mi pidiéndome ser mala y me aguanto porque no quiero dejarme llevar por los impulsos y menos con gente que quiero...
pero almenos esas personas han conseguido alegrarme un poco...
sigo con mi mala racha así que cada vez tengo más necesidad de compañía, de alguien que me escuche, que este por mi... que me presten atención y que me digan palabras amables porque batacazo tras batacazo cuesta más levantarse.
Gracias por haber estado ahí...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Has de vivir

Vuelvo a escribir tras medio año desaparecida. Este artículo me ha parecido maravilloso y perfecto para esta foto. Así que aquí lo pego identificando esta imagen con estas maravillosas palabras. "Sucedió hace apenas treinta horas en una mesa frente a Gràcia, en la indescriptible sala de  Moments  —frente a nosotros, un padre con su hija ( ¿seis años? ), él le explicaba los platos, ella atendía con los ojos muy abiertos, inmensos ojos. Aislados del resto del universo, nada existía más allá de la isla que era su mesa. Nada más. Nada menos. No tengo hijas, pero sí un folio en blanco.  Aquí va una carta para ella, para ti —ojalá un día la leas: Viaja, viaja sin descanso. Viaja sola y acompañada, en familia y enamorada (no existe nada mejor) viaja con amigos y también —por qué no, con un amante, viaja en primera pero también en apestosos trenes regionales. Tienes que conocer La Mamounia y ver caer el atardecer en la terraza del Fortuny, con un Bellini en la man...

El Encuentro

Pasaron meses desde la última vez que se habían visto. Pasó la vida, las obligaciones, el cansancio. Y habían puesto distancia de por medio. Pero lo que sentían, lo que eran había quedado intacto. Se reencontraron y al verse todo afloró. Recuerdos, sentimientos, mientras se miraban a los ojos en silencio. Se notaba en el ambiente lo que había aún entre ellos y que seguramente sería para siempre. Sonríeron, rieron y empezaron a hablar. Como les había ido, como estaban. Se dijeron todo y entre historia e historia había silencios que decían todo. De vez en cuando se rozaban, notando una chispa. La mano, la pierna, el brazo. Se dijeron cuanto se habían echado de menos, incluso cuando ni siquiera se daban cuenta. Se dijeron tantas cosas que habían quedado pendientes en aquellos meses y al final no se contuvieron. Y a partir de ese momento se juraron que no se separarían más. Que estarían siempre en la vida del otro, de la manera que fuera, con sus pausas, pero sin desaparecer. Tenía qu...

MONSTRUOS INTERNOS

Hay muchos tipos de monstruos. Los de las historias de miedo. Los tipos malos. Y también están los monstruos internos. Los que empiezan siendo diminutos, microscópicos pero van creciendo poco a poco, en silencio. Hasta que llega un momento que el monstruo está pegado a nosotros como una sombra que te persigue y siempre está ahí al acecho. Cuando te hacen daño no es solo el dolor que sientes en ese momento, si no las cicatrices. Pasa el tiempo y crees que estás bien hasta que algo hace clic y hace que reaparezcan los monstruos, eso que te embruja y hace un hechizo para imbocar los demonios. A veces el peor enemigo de alguien puede ser uno mismo.