
Las relaciones que quedan atrás con sus cosas buenas y malas, a veces más malas que buenas, pero siempre quedándonos con lo especial y mágico que hemos vivido... eso si antes hay que superar fantasmas y dejar que el dolor y el rencor se calmen para ser capaces. Hay veces que parece imposible, que causan tanto daño que las heridas son profundas y que queda una gran cicatriz, aún en su proceso de curación nos preguntamos si esas heridas valdrán la pena, porque antes de caer ya advertiamos lo peligroso que era el camino y aún así decidimos pasar por ahí. Pero si, valen la pena porque todo nos hace crecer, de todo se aprende y de las cosas que nos hacen sufrir aún más. Me gusta pensar que cuanto peor es lo que paso mejor será lo que vendrá, así que hoy prefiero pensar en eso.
No dejar de mencionar todas esas personas que están siempre ahí apoyando, ofreciendo un hombro, ambas manos y un par de orejas y mucha, mucha paciencia... que seria de esas epocas malísimas si no fuera por ellas. Y también esas personas que se cruzan justo en un momento como ese en el que estamos tan pérdidos y parece que perdemos la cabeza y aún así no se asustan y se quedan ahí inmoviles y te sorprenden con detalles que te sacan una sonrisa y a veces alguna lágrima, pero de las buenas. Gracias a todas ellas, el mundo es mucho más fácil con ellos cerca.
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